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Aflatoxinas en los alimentos

El término "aflatoxinas" fue acuñado a comienzos de la década de los 60's, cuando miles de pavos, patos y otros animales domésticos murieron a causa de una enfermedad (conocida como "enfermedad X de los pavos") que se atribuyó a la presencia de toxinas de A. flavus en harina de maní importada de Sudamérica (1).

Las aflatoxinas son metabolitos secundarios de los hongos Aspergillus flavus y Aspergillus parasitucus. Son compuestos altamente tóxicos, mutagénicos, teratogénicos y carcinogénicos que contaminan una amplia variedad de productos agrícolas importantes, como el maní, el maíz, el arroz y la semilla de algodón. Las aflatoxinas se encuentran en muchos países, especialmente en regiones tropicales y subtropicales, donde las condiciones de temperatura y humedad son óptimas para el crecimiento de los mohos y para la producción de la toxina. La eliminación o inactivación de aflatoxinas en alimentos y piensos es una gran preocupación mundial. Las aflatoxinas pueden eliminarse de alimentos contaminados mediante métodos físicos, químicos y biológicos (2).

Los productos botánicos se utilizan en muchos países con fines medicinales y de promoción general de la salud. Se han reportado numerosas ocurrencias naturales de micotoxinas en botánicos y frutos secos. Las aflatoxinas u ocratoxina A (OTA) se han encontrado en productos botánicos como ginseng, jengibre, regaliz, cúrcuma y kava-kava en los EE. UU., España, Argentina, India y otros países, mientras que las fumonisinas se han encontrado en plantas silvestres medicinales. en Sudáfrica y en té de hierbas y plantas medicinales en Turquía. La zearalenona fue identificada en la raíz de ginseng. Las frutas secas pueden estar contaminadas con aflatoxinas, OTA, ácido kójico y, ocasionalmente, con patulina o zearalenona. Un área principal de preocupación son las aflatoxinas en los higos secos; la fluorescencia amarilla verdosa brillante bajo luz ultravioleta está asociada con la contaminación por aflatoxinas. La OTA en frutas de vid secas (pasas y grosellas) es otra preocupación. También hay informes de aflatoxinas en pasas y OTA en higos secos, albaricoques, ciruelas secas (ciruelas pasas), dátiles y membrillo. Por lo que respecta a los niveles máximos tolerados por distintos países para aflatoxinas totales, estos oscilan de manera alarmante. En la Unión Europea se contemplan 4 partes por billón (ppb) de aflatoxinas totales (AFB1, AFB2, AFG4, AFG2 - la suma), en tanto que en la India el máximo aceptado es 30 ppb y en Rusia 700 ppb. (Trombete et al., 2013). Las normas oficiales en México establecen niveles de aflatoxinas totales de 20 ppb. (Vortés et al., 2010; NORMA Oficial Mexicana NOM-131-SSA1-2012)  (3).

Las actividades humanas afectan tanto el tamaño como la estructura de las poblaciones de hongos. La construcción, la guerra, la recreación y la agricultura interrumpen grandes extensiones de vegetación y suelo; la disrupción causa la redistribución de los propágulos fúngicos y hace que los nutrientes estén disponibles para los hongos. Muchos hongos, incluidos los Aspergillius, explotan estos recursos de ingeniería humana. Esto resulta en la asociación de grandes poblaciones de hongos con diversas actividades humanas, especialmente la agricultura. Cuando se cultivan cultivos o se crían animales, también se cultivan hongos. Desde una perspectiva humana, la mayoría de los hongos asociados con el cultivo aumentan inadvertidamente. La actividad humana, sin embargo, determina en parte cuál y cuántos hongos ocurren tanto directamente como a través de otros productos fúngicos e influyen en las actividades humanas, los animales domésticos e incluso las propias personas. (4).

Conclusión

El análisis de estas toxinas y los avances de su respectivo aseguramiento de  calidad, ha originado que los laboratorios se basen en métodos fisicoquímicos, que se mejoran continuamente. La necesidad de decisiones rápidas, por otro lado, ha dado lugar a una serie de nuevos métodos de detección. En particular, los kits de prueba rápidos y fáciles de usar basados ​​en principios inmunoanalíticos o la generación de receptores macromoleculares artificiales empleados en polímeros impresos molecularmente (MIP) han progresado satisfactoriamente. Con estas medidas, se han logrado importantes pasos hacia la trazabilidad de los resultados en el análisis de Aflatoxinas.


Referencias

Austwick, P. K. C. 1978. Aflatoxicosis in poultry. pp. 279-301. In T. D. Wylie and L. G. Morehouse(eds). Mycotoxic fungi, mycotoxins. mycotoxicoses. An encyclopedic handbook. Vol. 2. Mycotoxicoses of domestic and laboratory animals, poultry. and aquatic invertebrates and vertebrates. Marcel Dekker, Inc., New York and Basel.

Rustom, I. Y. (1997). Aflatoxin in food and feed: occurrence, legislation and inactivation by physical methods. 

Foodchemistry, 59(1), 57-67.

Trucksess, M. W., & Scott, P. M. (2008). Mycotoxins in botanicals and dried fruits: a review. Foodadditives and contaminants, 25(2), 181-192.

Cotty, P. J., Bayman, P., Egel, D. S., & Elias, K. S. (1994). Agriculture, aflatoxins and Aspergillus. In The Genus Aspergillus(pp. 1-27). Springer, Boston, MA.

Regulación, Aflatoxinas

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